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17 de septiembre. Día del Profesor y la Profesora

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• 16 de septiembre de 2020

 

Carolina Matos y Gisela Croce son graduadas del Profesorado en Química de la Facultad de Ingeniería. En el marco de la fecha que celebra su profesión, reflexionan sobre su vocación, y los obstáculos que presenta el contexto actual.


“Lo que me gusta de ser profesora es básicamente la tarea de enseñar”, contó Carolina. “Me genera mucha satisfacción hacer el registro de que los chicos aprendieron o entendieron algo. La cara de sorpresa, de descubrimiento, es una cara de logro”, sostuvo. De todos los momentos dentro del aula, la docente destaca aquel donde “cae la ficha”. Asegura que es una forma de poder registrar que entendieron el concepto. Otro aspecto que disfruta es cuando los y las estudiantes pueden usar el conocimiento científico trabajado en el aula para explicar algo cotidiano, como ocurre con la física y el deporte.

 

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Por su parte, Gisela, que aseguró que desde sus 6 años que jugaba a dar clases con los juguetes de su cuarto, señaló que lo que más la atrapa de ser profesora es “la enseñanza de valores, acompañar a los alumnos en la construcción y desarrollo de su personalidad, impulsarlos a tomar decisiones propias en un mundo de derechos e igualdades en diversidad”, y agregó que “me permite tener la oportunidad de darles a los alumnos las herramientas adecuadas para que crean que son capaces de aprender lo que ellos quieren, y tienen el poder de hacer lo que se proponen”, consideró.

 

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Las graduadas de la FIO destacan las diferentes herramientas que adquirieron en su formación. Autodefinida como una persona introvertida, Matos contó que se acercó al Profesorado en busca de aptitudes comunicacionales para la ciencia: “Me costaba mucho dar un final, y no podía expresar lo que yo sabía, lo que quería decir. Y hasta que no di clases no me vi siendo docente”, expresó, y sostuvo que hoy puede hablar ante 100 estudiantes sin ningún problema. “Además me facilitó la capacidad de planificación y el control del tiempo. Soy muy desordenada y la Facultad me pudo formar en ese sentido. También en liderazgo y en trabajo con grupos”, señaló.


A entender de Gisela, lo fundamental para ella fue la adquisición y desarrollo de capacidades como la lectura de bibliografía e investigaciones del área para su posterior análisis y crítica, “considerar la formación continua como un aspecto importante en la vida del docente para mantener actualizado el conocimiento mediante cursos, actualizaciones docentes, diplomaturas. Actualmente estoy pensando en hacer un posgrado”, expresó. También le enseñó a trabajar en equipo generando proyectos, materiales de trabajo y compartiendo experiencias. “Estudiar Profesorado me brindó el tiempo y el espacio para conocerme, fortalecer los aspectos positivos adquiridos y trabajar sobre las limitaciones que arrastraba en mi paso por la escuela”, destacó.


Contexto nuevo


La pandemia afectó la vida y el trabajo de todo el país. Algunos sectores debieron transformarse con más rapidez para seguir adelante. Uno de ellos fue la docencia. “Es un desafío la continuidad pedagógica, principalmente para las familias vulnerables y con situación económica desfavorable para sostener la virtualidad de las clases”, indicó Carolina Matos. Particularmente ella ve el contraste como docente en la secundaria de Normal y en la Escuela N° 13 que funciona en la comunidad terapéutica Cumelén. En el aula, se pueden observar aspectos de cada estudiante, que la pantalla no transmite. “Lo primero que veo es si están contentos o tristes, porque eso influye mucho en el aprendizaje”, explicó Matos, que con los equipos de gestión de cada escuela trabaja para hacer llegar los contenidos a los hogares donde se dificulta.

 

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“Soy una convencida de que las clases presenciales no pueden ser sustituidas”, aseguró Gisela Croce. “No solo por el aspecto afectivo que involucra el estar en contacto con los alumnos, sino porque la virtualidad potencia las desigualdades que existen dentro del aula como también entre las instituciones educativas. Personalmente me angustia no ver a mis alumnos, pero aún más saber que sus realidades no son siempre las que uno quisiera”, expresó quien, además de dar clases en escuelas públicas y privadas de Olavarría, integra el equipo docente del Proyecto “Puente Educativo”, para jóvenes del último año de secundario que proyectan ingresar a la universidad.


Sin embargo, se pudo adaptar al contexto. “El uso de herramientas, plataformas y aplicaciones ha sido un factor positivo que empleó para continuar trabajando con los estudiantes y abordar el contenido. Evaluamos la herramienta utilizada con los alumnos y, de ser necesario, buscamos nuevas alternativas. Por suerte, los adolescentes son muy sinceros y sus respuestas siempre vienen con recomendación de alguna aplicación”. Para complementar la enseñanza, además se asesoró con una psicóloga, buscando avanzar en actividades para trabajar el ánimo. Al igual que con Carolina, a veces sus estudiantes se abren a hablar de sus estados de ánimo, sus miedos y sus disfrutes.

Un 17 de septiembre diferente, pero con la vocación intacta.

 

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