Cuando se dio inicio al Gran Juego Universal, la Madre Naturaleza solo disponía de unos cuantos átomos de hidrógeno. Pero su increíble imaginación y su poder creativo comenzaron a obrar milagros:
Se juntaron los átomos de hidrógeno para hacer estrellas que daban brillo y color al Universo. En su interior se fueron formando átomos de otros materiales: Helio, Carbono, Oxígeno. Mas tarde hierro, silicio, aluminio, y todo lo demás. Luego algunas de estas estrellas explotaron y despidieron al espacio miles de millones de toneladas de material.
Ahora, con mas elementos, la Madre Naturaleza encontró el Gran Juego mucho mas divertido: Decidió juntar pequeñas cantidades de material candente y ponerlas en órbita de esas estrellas que ya había hecho. Comenzaron a existir los planetas, que muy de a poquito se fueron enfriando. Los había de muchas clases distintas: Algunos eran solo de gas, otros tenían un centro sólido y una atmósfera, y otros solo eran enormes piedras que transitaban silenciosos sus órbitas.
Observó entonces que en algunos planetas hacía demasiado calor, en otros, mucho frío. En algunos había agua y oxígeno, en otros, cianuro y metano. En vista de ello, eligió con muchísimo cuidado algunos planetas. Solo unos pocos contaban con la atmósfera y temperatura adecuada. Allí, con un poco de luz, y unas cuantas sustancias simples creó unas complejas moléculas de carbono capaces de reproducirse a sí mismas. Se dio entonces origen al hermoso camino de la vida.
Nuestro pequeño planeta azul fue uno de los elegidos para este milagro. Desde entonces hasta nuestros días la Vida siempre se supo sobreponer a toda dificultad que se le presentaba, de esa manera evolucionaba.
Como resultado de ese magnífico proceso, la Madre Naturaleza logró unos seres que pensaban, creaban y amaban por sí mismos, igual que ella. Esos somos nosotros, los Hombres.
Pero resultamos ser unos hijos muy traviesos: Nos pusimos a jugar con las cosas de mamá sin saber bien como funcionan. Comenzamos nuestro propio juego, que muchas veces no entona con el Gran Juego Universal. Estamos seguros que nada puede pasar, porque mamá nos protege. Pero ya estamos grandes, mamá ya no nos puede cuidar.
Es responsabilidad del Hombre cuidar ahora el delicado equilibrio en el que coexiste con el resto de las criaturas. Para eso es bueno que veamos como hace las cosas la Madre Naturaleza y la imitemos, después de todo, sabe mucho mas que nosotros.
En cambio, nosotros tenemos muchas cosas que no están en equilibrio,
pues no son cíclicas. Por ejemplo, el consumo de petróleo
genera gas carbónico que nunca se volverá a convertir en
petróleo, y el P.V.C. nunca volverá a ser sustancia simple,
y por lo tanto se apilará en forma de basura.
Si mi auto emite gases tóxicos, contribuyo al desequilibrio. Si tiro pilas a la basura o compro el producto de la fábrica que contamina, también. Y por mas pequeño que sea, ya estoy generando un desequilibrio.
Por lo tanto, hay dos cosas que podemos hacer: la primera es identificar todos los posibles desequilibrios que generemos en nuestra vida cotidiana y busquemos formas simples de eliminarlos. Eso es lo que vamos a hacer entre todos hoy. La segunda es enseñar a las personas que tenemos cerca (amigos, familiares, compañeros, etc.) a hacer lo mismo, y que también lo enseñen a sus conocidos. De esta forma podemos generar una 'red ecológica' que se agranda geométricamente.
Es muy importante tener presente que los consejos y las ideas no se
enseñan de palabra, sino con el ejemplo. Eso quiere decir que hoy
tenemos que tomar el compromiso de ser los primeros en practicarlas para
que este proyecto funcione.
La Madre Naturaleza no puede ayudarnos, solo puede tener la esperanza de que nosotros tomemos conciencia, y que comencemos ya a cuidar nuestro mundo. El futuro está en nuestras manos, ¡No lo dejemos morir!